Existen dos manera de visitar el Titicaca: hacer la ruta habitual hasta Puno o una ruta más local y aventurera hasta Llachón, una localidad indígena donde se realiza turismo comunitario. Depende del tiempo con el que cuente y de qué tan exigente es en cuanto a comodidades. A ambos destinos se llega por tierra desde Juliaca, una ciudad poco agradable para los turistas, en la cual no querrá pasar más de unas horas. Si lo quiere todo bien organizado, Puno es una ciudad encantadora donde hay una amplia oferta cultural y de entretenimiento. Desde el puerto zarpan embarcaciones que recorren el Lago y lo llevan a las Islas de los Uros, islas artificiales hechas de totora donde habitan algunas familias de la etnia Uru. Lastimosamente, en esta zona el agua está muy contaminada por el mal tratamiento de las aguas residuales.
La otra opción puede tomar un poco más de tiempo, pero el destino final es una población encantadora, habitada por familias indígenas muy amables, que han construido junto a sus viviendas pequeñas casas para turistas aventureros. El espacio es muy cómodo, la comida deliciosa y nutritiva, los paisajes son impresionantes y el ambiente es ideal para quienes quieren disfrutar de este lugar sagrado con el ánimo tranquilo. Además, se pueden realizar varias caminatas, contratar un recorrido por el Titicaca, visitar las Islas de los Uros y, si es valiente, bañarse en las aguas heladas y limpias de esta zona desconocida.
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